Amor con/temporál/neo
“Del amor al odio hay un paso y tú diste tres” … Qué gran verdad, ¿eh? Y lo peor de todo es que te sientes gilipollas total (con perdón). Pero bueno, vayamos mucho más atrás. Todo comenzó con lo típico; con aquel primer día en que aunque lo negases mil veces, lo sabías… Te ponías nerviosa cuando estabas a su lado, siempre buscabas su mirada entre la gente casi involuntariamente, eras capaz de soltar la más absurda tontería con tal de llamarle la atención y así entablar una conversación que de alguna forma te hacía olvidar lo demás y te lo pasabas genial… En definitiva, volvías a caer en esa tentación que hace mucho juraste y prejuraste no volver a recaer. No sabías bien por qué pero tenía un no sequé, que qué sé yo, que te hacía sentir algo; pero sobre todo te llamó la atención el que fuese capaz de hacerte sonreír tontísima y descaradamente. Comenzabas a ver en sus ojos interés y ganas de estar contigo, te ayudaba siempre con todos tus problemas, siempre estaba cuando más