Tal vez no sea tu mejor día, tal vez hoy no quieras saber nada de nadie, tal vez hoy no quieras levantarte de la cama, nada sale bien; tal vez hoy no tengas ganas de encontrarte a nadie, que solo quieras ir con los cascos por la calle y evadirte un poco de todo; de todo eso que (te)agobia. Tal vez hoy te mires al espejo como todos los días, y te entren ganas de romperlo. Y no por lo que ves, sino por ver que realmente te has dejado vencer. Únicamente tiras de la decepción, de pensamientos negativos, esos capaces de hacerte ver el cielo negro en el más soleado del año... qué frágiles somos; y qué grande es nuestra fachada, la que muchas veces es más transparente que el agua, o mejor dicho, la que muchas veces se hace trasparente a los ojos de quien consigue entrar. Pero, ¿eso es todo? Qué iluso. Una vez me dijeron que querer es poder. Y me lo creí. Te llenan los oídos con lo que quieres oír. Es lo que pasa cuando dejas tus herramientas a quien no sabe usarlas,