Benditas imperfecciones

Me desconcierta la capacidad de muchas personas de decir NO PUEDO cuando ni siquiera lo han intentado. Conocer el fracaso a la primera de cambio. Cuánto talento tirado por la borda.

Y todo porque los toman por gente que no son. Es que, ¿quién nos creemos que somos como para decirle a alguien si puede o no con algo? Obviamente no todo el mundo hará las cosas igual, a algunos les costará menos, a otros más; unos necesitarán más tiempo y otros menos... El caso es que todos tenemos las cartas de un juego llamado “Vida”, y de nosotros depende el cómo utilizarlas lo mejor posible, y con ello hay mil combinaciones que debemos probar hasta dar con la que mejor se ajuste a nosotros.

No siempre tendremos la jugada fácil, no siempre saldrán las cosas como uno espera... Pero no por ello, no por ver la cuesta que tenemos delante, no por ver todo patas arriba a nuestro alrededor, hay que tirar la toalla, abandonar.
Tendemos siempre a tirar por lo fácil, y en cuanto vemos lo difícil huimos. Nos da miedo. Nos apartamos. Y lo peor de todo: nos excusamos.
Cobardes.

No ven que es mejor vivir y perder, que ganar y no haber vivido nada, la libertad que da perderse, conocerse... Son experiencias que hay que vivir, no puede uno pretender hacer las cosas impecables, nadie es perfecto. Y mirar que a veces son las imperfecciones las que hacen especial a la gente. Valoran más al que no se cayó mil veces, que al que levantó mil y una.

No ven lo especiales e increíbles que son, esperan a ese alguien que se lo diga cuando no se dan cuenta de que el “te quiero” más importante es el que se dice uno a sí mismo. Que sin él es imposible querer. Es imposible creer. Imposible ser feliz.Y eso no es vida señores, pues la felicidad no hay que buscarla como meta, sino como camino, ese que se labra uno mismo.




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