La chica de ayer

Capítulo 1

Sin rumbo

Se despertó una mañana después de un sueño intranquilo. Tiritando. Sudando... Cuando logró controlar su cuerpo, salió de la cama tan rápido como pudo. “Ya pasó”, se dijo para sí misma mientras soltaba un amplio suspiro.

Llevaba días sin dormir, y eso se notaba. Ni el más caro maquillaje lograba borrar sus profundas ojeras bajo esos lindos ojos verdes. Sus mejores amigas le dejaban miles de mensajes para intentar contactar con ella. Pero ella no los contestaba. Y no es que tuviera unas malas amigas por no, simplemente, acercarse a su casa para ver qué le pasaba. Lo cierto es que había hecho la maleta en dos segundos y se había ido, según ella, a “encontrarse”. Fue lo único que dijo.

Fue al baño, se dio una ducha relajante y seguidamente a la cocina a por su droga favorita: el café. Una vez preparado, se posó sobre la encimera de la cocina y se puso a removerlo hasta, sin darse cuenta, quedarse perdida entre sus pensamientos.
Había dejado mucho atrás. Pero ella sabía que serían unos días. Necesitaba desconectar.
Pensaba en Sasha, su mejor amiga. Le daba miedo pensar la enorme preocupación que ahora mismo tendría por culpa de ella. Pero en cierto modo, estaba tranquila, pues en la nota que dejó en su buzón ponía bien claro que volvería. Ahora bien, ella no sabía en verdad qué iba a pasar. Iba un poco a la avent... ¡Ups! Se le acabó el café.

Dafne era una chica muy envidiada. Llevaba la mejor empresa de moda de la actualidad. Su negocio iba “viento en popa” y detrás suya habían varios “millonetis” que la deseaban a toda costa. Dafne, era guapa. Muy guapa. Jefa y modelo... ¿Qué más querría un chico? Pues bien, ella aceptaba sus invitaciones, pero eran un simple rollo de un día... Donde les dejaba plantados para bajarles un poco de las nubes. Curioso, ¿verdad? Aquí se acaba de entrever su mejor cualidad: era auténtica a pesar del peso mediático que poseía. Se notaba que, si había tenido éxito, había sido por su propio esfuerzo, sudor y lágrimas.


Sin duda este salto de no tener nada a, irónicamente, tener aún menos (o así se sentía ella), le había sentado fatal. Ella en el fondo era una chica sencilla, de lo más normal. Solo que ella no veía lo realmente especial que era. No desde aquel día.



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