Bachillerato

Bien, ya estamos a principios de mayo, y eso es sinónimo de últimos coletazos de bachillerato a través de exámenes y más exámenes. Sí, de esos que realmente no demuestran lo que sabes; ni siquiera si vales para el tipo de asignatura que sea. Pero por suerte o por desgracia, es el método de evaluación que determinará si podrás cumplir tu sueño o no.



Pero, ¿cuál es tu sueño?, ¿a qué quieres aspirar en la vida?
Son preguntas muy frecuentes que ahora cada vez se hacen más y más grandes. Hasta el punto de que pesan. Es tanta la responsabilidad; es que es determinar qué harás EL RESTO de tu vida, cuando hasta ahora siempre que acababas un curso te han ido imponiendo otro más, y así, pero aquí ya la decisión es completamente tuya. Y a causa de esto es ahora por lo que podemos llegar a sentir “miedo”. Es el “miedo” de la libertad, -que a muchos les sonará de haberlo estudiado, dicho sea de paso-. Es el miedo atroz de equivocarse, más aún por cómo están las cosas hoy en día. No hay espacio para errores.

Estos dos años son probablemente en los que dejas de ser tan inocente, básicamente porque no te queda otra. Estás formándote para lo que te vas a dedicar el día de mañana. Eso que tal vez al principio tengas claro, pero que al final te entran dudas. Luego, mete el que la nota te de para ello. Creo que la gente no se imagina la de personas que se han quedado sin hacer lo que querían por una estúpida nota. Cuando a muchos de los que sí les ha dado, en varias ocasiones, no es por saber más, ni mejor precisamente... Es duro. Pero claro, “todo el mundo ha pasado por eso”, te dicen. Y así justificamos. Pero en mi más sincera opinión, sí, todo el mundo lo pasa, pero no en las mismas condiciones ni oportunidades. Ahora por ejemplo, las notas de corte de algunas carreras dan vértigo, a este paso como no se saque un catorce no sé yo...
Luego también mete el que tus padres o tutores se puedan costear lo que quieras hacer. No todo el mundo tiene ese privilegio, y es un factor muy condicionante. Es reunir esa perfecta combinación de entre la elección de lo que quieres hacer, y el grado de poder permitírtelo; tan imposible a veces...

En definitiva, es un período de agobio constante, en el que pones a prueba tus límites constantemente. Es una carrera de desgaste. Y quien aguanta, gana. También un período en el cual empiezas a tener una visión crítica de la vida que te rodea: te empiezas a formar como persona. Una persona que va a tener que desarrollar todos sus sentidos para encontrar la inspiración, lo que le hace realizarse como persona. Una persona que va a abrir los ojos y buscar sus propias soluciones, abrir su propio camino. Pues antes no ha sido posible, te imponen desde los tres años un único modelo.
Aunque claro, también está la opción (cada vez más latente hoy en día) de renunciar a todo eso y dirigirte únicamente a lo que tiene “salida”, aunque no te guste. No sé, es como si tuvieras como única asignatura la que más odias. Qué amargamiento, ¿no? En fin, hay opiniones para todos, decisiones de todo tipo, que se ajustan a las necesidades y preferencias de cada uno.

No estoy segura de lo que puede ocasionar elegir una obligación antes que una pasión, pero sí hay algo que tengo claro, “dedícate a lo que te gusta, y no trabajarás el resto de tu vida”.

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