Palabras
Esas que no dicen nada, que marcan o
que simplemente sueltas dependiendo del momento. Frases que te las
sabes de memoria, o que tal vez sean inesperadas. Testamentos que
solo pocas personas son capaces de escribirte... Todo son palabras,
muchas o pocas, que lo son todo o que al mismo tiempo son capaces de
quitarte lo poco que tenías.
Pueden crear la herida que más duele
sin sangrar. O emocionarte en cuestión de segundos.
Todo depende únicamente de una cosa:
la persona que te las dice.
Pocas son las que realmente causan
estímulos en ti. Es algo de lo que uno debe darse cuenta. Porque ahí
están las personas que realmente te importan, o quizás, las que no
deberían importarte. Habiendo el gran caos que las palabras pueden
causarte, deberías irte planteando quiénes son las personas a las
que deberías dejar esa capacidad, sabiendo de buena tinta que jamás
lo harían.
Es muy fácil: piensa en ti de una vez.
Es verdad que da miedo, porque cuando
empiezas a frenar y preguntarte quién eres y quién quieres ser, te
das cuenta de que la realidad se aleja mucho a lo que verdaderamente
pensabas. Da vértigo ver hasta dónde has llegado, lo rápido que
pasa el tiempo en cuestión y todo lo que ha cambiado tu alrededor
sin apenas pestañear. Las personas van y vienen. No sabes dónde
estás ni a dónde ir realmente. Es como empezar de cero en una
sociedad llena de desconocidos donde ya no se hace amigos con un
“¿Quieres ser mi amigo?”, como pasaba siempre de pequeños;
donde, quien tenga sentido común, tiene que ir pensando qué hacer
con su día de mañana, preocuparse por situaciones que tal vez hasta
dentro de varios años no debería preocuparse pero así ha tenido
que ser...
No todos corremos la misma suerte. Pero
claro, eso nadie lo ve.
¿Incomprendidos? Muchos. ¿Gente que
no se esfuerza por comprender? Muchos más. Y así sucesivamente.
Es entonces cuando empiezas a valorar
las cosas de verdad. Las que notas que son reales, que te hacen
sentir bien, que te hacen sentir vivo y que también te hacen ver que
tú también eres ciudadano de ese lugar llamado Mundo.Es lo único que buscas. Que aunque
muchas veces te sientas invisible, hay gente que sí que te ve. Y te
aprecia por cómo eres. Sonríes y sigues adelante con quien te ve.
Y es ahí cuando, al fin, las palabras
ya no duelen. No dejas espacio para ello. Tienes cosas más
importantes: ser feliz y compartir tu felicidad, de verdad.
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