Russo: Capítulo 1

"Buenas tardes, soy la inspectora Russo, ¿en qué puedo ayudarle?" ... Hacía tiempo que no sonaba el teléfono de mi oficina con aquellas palabras. Ya no llegaban  casos que resolver, todo iba a manos de la policía, cosa que me daba mucha rabia porque la mayoría de las veces dejaban los casos sin resolver; lamentable.

Aún recuerdo cuando mi cara bonita salía en todas las portadas de Nueva York, iba saliendo a la luz mi nombre, Catherine Russo; creciendo mi fama. Pero como todo en esta vida, lo bueno acaba, y más tratándose de tendencias, esas que pasan más fugazmente que incluso la vida misma.

Hacía ya dos años que mi despacho estaba desierto, no por falta de mobiliario, ni mucho menos (incluso me atrevería a decir que de eso sobraba), sino de papeleo, de casos sin resolver, y es que ya no era la mera posibilidad de que hubiese ahí delincuentes en libertad, que ya era más que motivo para arrancar en mi carrera; en mi opinión el verdadero impulso de hacer todo esto es el querer encontrar la justicia allí donde no se puede dar nada tan valioso como para pagar y saldar el daño causado, pues la vida de una persona querida es mucho más valioso que todo el oro del mundo junto. ¿Tú enciendes? Tú apagas, ¿tú ensucias? Tú limpias, ¿tú les quitas la vida? Nosotros de alguna forma u otra te la quitamos a ti, así de simple.

Yo por suerte o por desgracia nunca abandoné mi sueño de llegar a ser como Sherlock Holmes, era sin duda alguna mi ídolo, me devoraba todos y cada uno de sus libros, fue quien alimentó realmente mis ganas por todo este mundillo del misterio y la necesidad de resolver todos los casos que se me presentasen. Y entonces fue por eso por lo que un lunes por la mañana de 2010 se me ocurrió una cosa: si los casos no vienen a mí, iré yo a por ellos.

De repente suena mi móvil. Vibrando y moviéndose cual cabra loca por el campo, encima de la mesa pequeña de adorno que había sobre el mostrador de la cocina. Era mi compañero de "trabajo" James. Decía que echase un vistazo a la última página del periódico de hoy. Yo, persona súper aficionada al cotilleo, por supuesto que tenía el periódico, como bien ya sabía mi queridísimo y fiel compañero. Cogí el periódico de la mesa del salón, y tras algunos movimientos torpes (soy muy patosa y encima era temprano), conseguí poner el periódico por la última página. Al ver aquello me entraron una serie de escalofríos por el cuerpo.

Trataba de un caso que, para variar, la policía no había conseguido resolver, y por primera vez en la historia dejaba abierto al público para investigar sobre aquel curioso caso e intentar resolverlo.

Lo primero que pensé fue que qué día era, porque para mi cumpleaños tenía entendido que aún faltaban un par de meses... "¡¡¡Por fin!!!" - me decía un y otra vez.

Fui corriendo a la cocina donde había dejado colgado a James y tras conseguir calmarme le comenté que esa era la nuestra para volver a tener el despacho lleno de casos, para volver a quejarnos del montón de papeleo que había en la oficina; sin duda, lo que un día echaste de más, finalmente lo acabas echando de menos. James por su parte aceptó sin más dilación, y acordamos pasar el día investigando sobre el caso cada uno en su respectiva casa y empezar seriamente al día siguiente a colaborar juntos y demás, como en los viejos tiempos.

Aquella noche me senté frente del escritorio, con mi ordenador y mi taza de café caliente, recién salido de la cafetera. Entre sorbo y sorbo iba echando un vistazo a todo aquello que aparecía sobre el caso en internet. Se trataba de una casa antiquísima, una pequeña villa que el ayuntamiento de la localidad estaba muy interesado en poseer, pues gozaba de gran fama el lugar y atraería a turistas de todo el mundo. La familia que siempre habitó en ella, pudo proteger su casa pagando una grandísima suma de dinero al año, pero al parecer, una mañana, la del 1 de Enero de 1912 concretamente, se encontraron a todos los miembros de esa casa muertos en el salón. A partir de ese día, todo aquel que intentaba entrar, no salía; o sí, pero muerto. 



Al leer esto último el corazón empezó a latir más deprisa. No soy de pensar que sucesos aparentemente paranormales sean creados por fantasmas o espíritus o algo por el estilo, no, alguna explicación lógica y real tenía que haber. Y yo la iba a encontrar. 

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